sábado, 12 de diciembre de 2009

Las enseñanzas del mestro

Quería dedicarle aunque sea unas líneas a quien fuera el precursor de lo que hoy es el karate deportivo en la República Argentina. Estoy hablando de Sensei Isamu Hamamoto quien introdujo el Karate deportivo en la Argentina alla por el año 1966.

En esta oportunidad quiero recordar las palabras de Sensei Hamamoto en un reportaje realizado por la Revista Yudo Karate en Mayo de 1989 en el 30 aniversario del Karate en la Argentina.


La pregunta realizada por Yudo Karate con relación a la amistad existente entre Sensei Hamamoto y los hermanos Garcia Mañon.


Hamamoto: Cuando estabamos trabajando con Itaya, nos preocupaba principalmente desarrollar la potencia y tecnica de los golpes. Asi salieron muy buenos luchadores, pero en muchos casos el cuerpo se desarrollo mucho y el cerebro, poco. Entonces, tanto me queme, que decidi permitir abrir las estructuras de la escuela para dedicarme a fabricar buenas personas. Porque nosotros somos caballeros, no somos bestias. Ahora, aunque sean pocos, como personas son sobresalientes. Yo solo puedo dejarles a ellos el camino.


Agrego mas adelante
Hamamoto: Porque si uno es excelente en el dojo, pero en lo demas no puede ser excelente, el karate sirve de poco. No se puede separar la parte formativa del karate. Si uno tiene potencia, progresa su arte marcial, pero en su casa es mala persona ¿para qué le sirve el karate? ¿donde está la categoría de la persona? si nosotros nos unimos en un estadio para hacer un torneo, pero no podemos hacerlo para jugar al futbol o al chin chon, entonces es falso, no sirve.
Yo siempre les digo a mis alumnos que no hablen mal de otras escuelas, no insulten, que busquen la amistad. Siempre quiero que el trato sea amable. Y lo mismo con otras disciplinas.
Sensei Hamamoto no fué el primero de los maestros de Karate en llegar a la Rep. Argentina pero si lo fué en el campo deportivo que es al cual me estoy refiriendo en esta nota, ya que el deporte sanamente practicado es un bien para la salud fisica y mental, es un bien social.
Mucha gente aprendió a caminar dentro del mundo marcial gracias a la escuela de Isamu Hamamoto de la Itosu kai, hay quien agradecieron y quienes sencillamente se fueron

miércoles, 8 de julio de 2009

Terrorismo laboral: una verdad inquietante

El terrorismo no es otra cosa que la dominación por actos que generan terror en aquéllos sobre quienes se practica, sean propios o extraños. Se dice que tales actos pueden ser desde muy sutiles hasta verdaderos extremos de la capacidad humana por generar daño a otros, pero sea como sea, todo aquello que se oriente a producir obediencia, sumisión o sometimiento basado en el terror no puede ser más que repudiado en todos los sentidos posibles.
Cuando se habla de terrorismo se suele imaginar a grupos armados o eventos de extrema angustia como los vividos el 11 de septiembre de 2002 en los Estados Unidos de América, o situaciones perversas como las ocurridas en Somalia, España, Colombia y otras tantas naciones sometidas a un estrés constante por la existencia de grupos dedicados a tales prácticas.
Pero, como ya se dijo, hay muchas formas de practicar el terrorismo y muchos niveles y campos en lo que puede ser utilizado el término. El ambiente laboral es uno de ellos.
El terrorismo laboral no es otra cosa que la práctica de la dominación a través del miedo, la angustia y por ende el terror que origina la incertidumbre o la materialización potencial de una amenaza o varias de ellas.
El terrorismo laboral tiene dos caras, dos formas de manifestarse y, en algunos casos, se observa simultáneamente su efecto.
La primera forma de manifestarse es la que corresponde al pensamiento tradicional del concepto del “patrono explotador”, ya anacrónico, por cierto, pero que aún es practicado por aquellos que no quieren aceptar la evolución de la sociedad. Esta puede verse reflejada en la amenaza constante de penalizaciones por parte del supervisor, humillaciones, degradaciones e incluso el despido para con los supervisados.
Se refiere a esa perenne presión, que condiciona la estabilidad del empleado (en el sentido tradicional del concepto), a mantener una conducta o posición que satisfaga de manera expresa las exigencias de la empresa, por más inverosímiles que sean, so pena de perder su puesto en ella o someterse a los vejámenes antes comentados.
Este ejercicio del terror laboral causa estrés, angustia y sometimiento en:
1. personas cuya única fuente de ingresos se encuentra en el trabajo que ocupa,
2. donde un importante número de individuos depende directamente de sus ingresos;
3. aquellos casos donde la edad, características físicas o psicológicas, le ofrecen pocas oportunidades en el mercado o, simplemente,
4. en aquellas personas que carecen de una robusta autoestima.
Lo anterior no significa que sean las únicas razones que hacen posible tan reprochable práctica.
Pero el terrorismo laboral también puede ser ejercido en sentido contrario, por empleados cuyo acceso a la información les permiten conocer secretos propios de la empresa; que poseen un buen nivel de influencia en el colectivo o cuyas características físicas o psicológicas lo ponen en franca ventaja frente a su empleador. En estos casos el terrorismo laboral viene dado por:
1. la amenaza de crear un sindicato en las empresas que no lo poseen y con ello someter al empleador gracias a ciertos beneficios que le ofrecen las leyes;
2. la posibilidad constante de parar la producción o trabajar sin respetar los tiempos de respuesta;
3. la sombra de la huelga indefinida;
4. toma de las instalaciones y/o secuestro de los dueños o representantes de la empresa.
Y otras tantas expresiones más que mantienen en constante angustia a quienes las experimentan.
Ahora bien, si el terrorismo es una práctica que goza del rechazo mundial por el daño que causa a los países que sufren de su presencia, si son condenadas y señaladas las inequívocas muestras de terrorismo de Estado y existe una conciencia universal que clama porque cesen tales distorsiones, ¿por qué se ha descuidado este flagelo en el mundo laboral, y su existencia, acción y características parecen no estar presentes en las normativas destinadas a equilibrar este ambiente?
No puede haber armonía si alguna de las partes propicia el terror en la otra. Esto afecta el clima organizacional, merma la motivación, reduce la producción y conduce al caos.
POR Félix Socorro
Nota:
El contenido de este artículo es ampliamente estudiado en el libro Gerentes Ineptos, del mismo autor.