viernes, 3 de febrero de 2012

La Formación de la Voluntad como Pieza Clave en la educación

La voluntad se fortalece con el tiempo. No se educa con grandes actos heroicos. Se cultiva con el esfuerzo de cada día, de cada hora. Por eso, el primer medio para formar la voluntad es el trabajo constante

La voluntad es pieza clave del edificio de la personalidad. Desde el punto de vista natural, el valor de un hombre depende, en gran parte, del grado en que logra forjar su voluntad. Sólo en ella podrá imprimir un rumbo determinado a su vida, guiando y dominando todo su ser. Dicho de otro modo, será libre en la medida en que sea dueño y señor de sí mismo, en la medida en que guíe, encauce y domine sus pasiones, sentimientos e instintos, y actúe, por encima de las circunstancias externas, de acuerdo con los criterios que le presenta la razón iluminada por la fe.
La voluntad es la capacidad para tomar decisiones. La voluntad es el centro de mando de la persona. Es donde se determinan los planes a realizar; donde se rechaza lo desagradable; y donde se admiten sufrimientos o esperas pacientes. No se toman decisiones con la inteligencia ni con los sentimientos. La inteligencia da ideas y aclara las ventajas o inconvenientes de tomar una decisión. Los sentimientos inclinan hacia un lado u otro. Pero, al final, es la voluntad quien decide con base en todas estas sugerencias que ha recibido, porque es la pieza clave del edificio de la personalidad. Se podría decir que se es más hombre o se es hombre de verdad, por el dominio que se tenga de la facultad superior de la voluntad sobre los instintos.
La voluntad es la facultad que nos permite transformar nuestras ilusiones en hechos. Esta facultad, con la gracia de Dios, forma el eje de todo empeño espiritual, humano, apostólico e intelectual del hombre. Si un hombre sin ideal es un pobre hombre, podemos decir que un ideal sin formación de la voluntad es una utopía.
Considerado así, la formación de la voluntad es de máxima importancia. No puede faltar en la educación en las virtudes, ya que trabajar en la formación de la voluntad equivale a ejercitarla en querer el bien, en quererlo con presteza, eficacia y constancia.
La voluntad se fortalece con el tiempo. No se educa con grandes actos heroicos. Se cultiva con el esfuerzo de cada día, de cada hora. Por eso, el primer medio para formar la voluntad es el trabajo constante

Cualidades de una voluntad bien formada

· Una voluntad bien formada es dócil a la inteligencia, es decir, está lejos del capricho y del irracionalismo. Debe llevar a la realización nuestras convicciones profundas bajo la luz de la razón iluminada por la fe.
· Una voluntad bien formada debe ser eficaz y constante en querer el bien. No basta ser bueno de vez en cuando o cuando las circunstancias sean favorables para ello, se ha de perseguir el bien siempre y en todo lugar. Tampoco basta querer ser feliz o querer amar a Dios, la voluntad debe tener la eficacia de poner estos deseos en marcha.
· Una voluntad bien formada tiene que ser tenaz ante las dificultades, no desesperarse ante ella, no aburrirse con el paso del tiempo, ni relajarse con la edad. Sabe convertir las dificultades en victorias, creciendo en su opción fundamental y en su amor real.
· Un a voluntad bien formada implica capacidad de gobierno de todas las dimensiones de la persona con suavidad y firmeza.

Medios para la formación de la voluntad

Al hablar de los medios para la formación de la voluntad debemos tener presente que no se trata de “trabajo represivo”. Ciertamente, la formación de la voluntad requiere dominio de sí, pero no se trata de una acción puramente negativa, “rechazar”; se trata, ante todo, del “querer”. Por lo tanto, el esfuerzo es para que la voluntad esté polarizada por el amor a Dios y por la identificación con Cristo como modelo. No es cuestión de formar personas con mucho aguante ante el dolor físico o moral, sino de formar personas que amen mucho a Dios y que sepan plasmar este amor en hechos reales.
Debemos recordar que en toda esta obra se deben tener siempre presentes los motivos: el amor a Dios, la imitación de Jesucristo, la docilidad a las inspiraciones del Espíritu Santo, la formación de una personalidad auténtica y madura. Esto es importante cuando consideramos el hecho de que la formación de la voluntad es uno de los campos más costosos en toda formación humana.
El perseguir “un ideal” resulta condición formativa indispensable. Su mejor elemento es desear alcanzar una formación en donde la voluntad esté polarizada por el amor.
El formador debe saber proponer a sus alumnos ideales altos y nobles, con metas concretas y alcanzables.
La formación de la voluntad implica siempre la renuncia. El formador deberá ayudar al formando a ejercitarse en la renuncia, no como un medio negativo, porque lo importante no es renunciar a un bien, sino saber optar por el bien mejor. El formador debe presentar la virtud como un bien mayor a alcanzar, aunque implique renuncia y sacrificio. Para ello debe proponer acciones y renuncias concretas como un plan específico para formar la voluntad.
El formador debe ayudar al formando a lograr una voluntad eficaz y constante. Puede proponer muchos modos de entrenar diariamente la propia voluntad:
· Exigirse completar lo iniciado; poner especial atención en los detalles; proceder siempre con método y previsión sin dejarse llevar por la inspiración del momento.
· Hacer las cosas con determinación sin dejar todo para mañana.
· No tener que retractarse con demasiada facilidad de las resoluciones tomadas, cuidar siempre la palabra dada.
· Exigirse a sí mismo pequeños detalles que requieren esfuerzo, como cuidar el orden en casa y en las escuela y la puntualidad.
· Esforzarse en el aprovechamiento del tiempo; la dedicación al estudio y a las propias responsabilidades.
· Realizar todos los deberes diarios con eficiencia y dedicación.
· Saber sacrificarse; dominar los impulsos, obedecer con serenidad.
· Decir siempre la verdad.
· Renunciar al propio capricho optando responsablemente por el cumplimiento del deber.
· Renunciar a dejarse llevar por el cansancio, el pesimismo o los sentimientos negativos.
· Renunciar a la vida llena de comodidades y optar por la austeridad de vida, aun en cosas pequeñas y triviales.
En realidad, toda actividad humana representa una ocasión en que la voluntad puede salir fortificada o, al contrario, debilitada si se realiza con pereza o dejadez